El presidente de EE.UU., Donald Trump, firmó este 6 de abril una orden ejecutiva referente a la explotación comercial de los recursos naturales de la Luna y otros cuerpos celestes. El documento recalca que Washington no ve el espacio exterior como un bien común global.
El decreto ordena al secretario de Estado de EE.UU. oponerse a «cualquier intento, por parte de cualquier otro Estado u organización internacional, de considerar el Tratado de la Luna como un reflejo o expresión del derecho internacional consuetudinario».
Con eso se refiere a un acuerdo internacional —adoptado por una resolución de la Asamblea General de la ONU en diciembre de 1979 y suscrito por 11 países— que prevé, entre otras cosas, que la jurisdicción del satélite natural de la Tierra, así como de otros cuerpos celestes y sus órbitas cercanas, pertenece a la comunidad internacional.
La orden ejecutiva recuerda que EE.UU. «no es parte del Tratado de la Luna» y no lo considera como «un instrumento efectivo o necesario para guiar a los Estados nacionales con respecto a la promoción de la participación comercial en la exploración a largo plazo, el descubrimiento científico y el uso de la Luna, Marte u otros cuerpos celestes».
«Los estadounidenses deberían tener derecho a participar en la exploración comercial, la extracción y el uso de los recursos en el espacio ultraterrestre, de conformidad con la ley aplicable. El espacio exterior es un dominio legal y físicamente único de la actividad humana, y Estados Unidos no lo ve como un bien común global», reza el texto, publicado en el sitio web de la Casa Blanca.
En consecuencia, la política de Washington «será alentar el apoyo internacional para la extracción y el uso público y privado de los recursos en el espacio ultraterrestre, de conformidad con la ley aplicable», concluye el documento.
Hacia la Luna y Marte
El pasado febrero, el presidente Trump instó a abrazar el «destino manifiesto» del país y pidió al Congreso que financie por completo el programa Artemis, que tiene como objetivo establecer una presencia humana permanente en la superficie y la órbita lunar.
Con el lanzamiento del programa, Trump pretende «asegurar que el próximo hombre y la primera mujer en la Luna sean astronautas estadounidenses, utilizando esto como plataforma de lanzamiento para garantizar que EE.UU. sea la primera nación en plantar su bandera en Marte».
La NASA tiene programado para el año 2024 alunizar a la primera mujer y algunos hombres más y, para la década de los 2030, continuar hacia Marte.
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